Los dinosaurios tragones
-¡Jo, no quiero merendar fruta!
-protestó Lily.
-Ah, ¿no? Pues a ver si te va a pasar como a los dinosaurios...
-dijo papá.
-¡Cuéntanos por qué desaparecieron los dinosaurios, papá! -le pidió Kiko.
-La culpa la tuvo la comida...
-empezó a contar papá con voz de misterio.
En aquella época, los dulces formaban parte del paisaje.
Había flores de gominolas, ríos de refrescos, montañas de algodón dulce,
árboles de caramelos rojos, azules, verdes, amarillos, naranjas....
Los dinosaurios pequeños comían mucho, y los dinosaurios enormes comían
muchísimo. Solo tenían que decidir si comían hojas, frutas y carne o se
zampaban los montones de chuches que había por todas partes.
Entonces, de repente, ¡los dinosaurios desaparecieron!
-¿Por qué? -preguntaron Lily y Kilo a la vez.
-Unos dicen que comieron tanto, tanto, y se hicieron tan, tan enormes....
¡que no podían correr ni jugar! -contestó papá-.
Como pesaban tanto, tampoco podían nadar, y cuando un año llovió más
de lo normal, la Tierra se inundó y .... ¡se ahogaron todos!
Otros dicen que en Marte no había nada para comer -continuó papá-. Entonces,
unos marcianos gigantes vinieron a la Tierra, se encontraron a los dinosaurios..
¡y se los zamparon a todos! Para ellos fue como comer pipas.
Otros piensan que hubo una invasión de ratas gordísimas, y estas ratas gordísimas
no comían chuches... ¡sino huevos de dinosaurios!
Por culpa de las ratas gordísimas no nacieron mas bebés, y así, los dinosaurios
desaparecieron para siempre...
Otros creen que los dinosaurios comían de un árbol que daba palomitas
-siguió contanto papá-. Pero como eran tan glotones, un día se las comieron
crudas y, con el calor de sus estómagos, ¡las palomitas les explotaron dentro
y acabaron con todos los dinosaurios a la vez! ¡¡¡booommmm!!!
Y otros dicen que, como solo comían chuches, ¡se les cayeron los dientes!
Cuando quisieron comer cosas más sanas, ya era tarde... Sin dientes, los
carnívoros no podían comer carne, los herbívoros no podían comer hojas...
¡y todos se extinguieron!
-¡Uaauuu, que historia más chula! -exclamó Lily, comiéndose la fruta de la
merienda sin rechistar.
-¡Sí, ha sido genial! -añadió Kilo-. Si prometemos no comer muchas chuches....,
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